sábado, diciembre 02, 2006

Encuentro cercano con el hampa.

Esta historia está basada en hechos reales, se usarán nombres falsos para proteger la identidad de las víctimas, así como también nombres de lugares e instituciones.


Actividad Festiva dijo:

- Oye Suculenta, creo que hoy no tenemos porque temer a trasladarnos hacía la ciudad de Barquisintroduzco en una unidad de transporte colectivo TINCA. Son más económicos y siempre cancelamos por nuestra condición de estudiantes.


- Creo que tienes razón Actividad Festiva - dijo Suculenta.

- Pero debemos preguntarle a El Asiático de Cantón para ver qué es lo que opina. - agregó Actividad Festiva.


Ambos colgaron sus correspondientes teléfonos, cada uno siguió su vida; el asunto de El Asiático de Cantón quedaba al menos por parte de Suculenta, pospuesto hasta la noche cuando se comunicaría con él vía mensajería instantánea.


Al cabo de unas horas Suculenta contactó con El Asiático de Cantón.

- Asiático de Cantón, esta tarde hablé con la Actividad Festiva y acordamos viajar en TINCA hacia la Universidad Puntomediooccidental Licántropo Albahaca (UPLA), porque es más económico y a fin de cuentas no es tan inseguro como piensa la prole.

- Ok. - Agregó esa frase tan trascendente, llena de contenido y amplia en extensión, El Asiático de Cantón.


Y pues todo quedó así, los tres protagonistas de esta historia sellaron ellos mismos lo que más adelante sería su propia destrucción. El sueño se apoderó del trío, primero a La Actividad Festiva, pues para esa época era un alma ignorante, y por ende instrumento ciego de su propia destrucción, un alma vacía, un alma sin internet; luego a buen seguro a El Asiático de Cantón y Suculenta. La noche fue confortable para todos, cada uno en sus casas, cada uno con sus familia, todos inocentes e ingenuos.


Llegó el alba, y los rayos del sol incidieron de manera diversa los rostros de cada uno del trío. Al igual que el sol llega siempre infalible, el hambre hace aparición también; ¡Qué se haga el desayuno!. Entre detalles que iban y venían, el trío concertó improvisadamente una conferencia telefónica para acordar el sitio de reunión para abordar la, por ahora inofensiva, unidad de transporte público.


Llegada la hora, poco después del mediodía y cada uno con satisfecho a su manera por el almuerzo recientemente ingerido, se reunieron en el lugar acordado, en un parada de autobús cualquiera, sin ninguna característica particular a excepción de que los tres estuvieron de acuerdo en que fuera ésa y no otra; la espera fue realmente corta, pronto se vio transponer el reluciente Blue Pájaro TINCA.


Hicieron señas, el autobús se detuvo y... todos lo abordaron. Se dispusieron de una forma más que curiosa, que no revelaba nada excepto que eran aún unos ingenuos. La Actividad Festividad y Suculenta se sentaron casi al fondo, aunque antes de la puerta trasera, en el lado del conductor del autobús, Suculenta inmediato a la venta y La Actividad Festiva se sentó justo a su lado y a su vez al lado del pasillo. El Asiático de Cantón se sentó unos puestos más cerca de la parte delantera de la unidad de transporte, del lado del colector, justo al lado de la ventanilla.


El TINCA, como lo llamaban popularmente los cocuyanos (nativos de El Cocuyo), partió rumbo a Barquisintroduzco. El viaje fue relativamente tranquilo y sosegado. Actividad Festiva y Suculenta hablaban tranquilamente, ejerciendo a plenitud su condición de casi autistas. Sin embargo el Asiático de Cantón fue apresado por las garras del sueño. En alguna que otra ocasión el autobús se detenía a recoger más pasajeros. Y salió de El Cocuyo rumbo a Barquisiintroduzco sin contratiempo alguno.


Como era costumbre el recorrido de el TINCA no fue directo hacia Barquisintroduzco sino que hizo escala, como siempre, en la ciudad cuna del hampa llamada Chívor.


Un escalofrío recorrió las mentes del trío, era una de las cosas a las que temían, todos sabían que podía pasar pero no lo nombraron como si ignorando el hecho las posibilidades que ocurriese se redujeran. Pronto los pasajeros abordaron la unidad. Aún no había arrancado el TINCA cuando uno de los pasajeros se dirigió a Suculenta.


- Mira pana 1000 bolos ahí pal pasaje - Dijo con desparpajo.

Suculenta sintió la llamada del nerviosismo, pero pensó, calculó, meditó en fracciones de segundo, se dijo a sí mismo "Si le niego la ayuda económica podría tomar represalias futuras, creo que lo mejor es quedar como caritativo y solidario y evitarme problemas".

- Coño pana no sé si tenga, déjame ver... ¡Ah sí toma aquí están! - Dijo Suculenta imitando el burdo lenguaje de aquel individuo.

- Gracias panita.


Al mismo tiempo otro de los nuevos pasajeros se sentó sospechosamente al lado de El Asiático de Cantón. Sospechosamente porque habían varios puestos libres y decidió casualmente sentarse al lado de El Asiático de Cantón. No fue casual.


El TINCA arrancó y nuestros protagonistas se acercaban a su desgracia.


Continuará...


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