sábado, diciembre 02, 2006

Encuentro cercano con el hampa. Segunda Parte.

Esta historia está basada en hechos reales, se usarán nombres falsos
para proteger la identidad de las víctimas, así como también nombres de
lugares e instituciones.


Anteriormente...



- Mira pana 1000 bolos ahí pal pasaje.

- Coño pana no sé si tenga, déjame ver... ¡Ah sí toma aquí están!.

- Gracias panita.

El TINCA arrancó y nuestros protagonistas se acercaban a su desgracia.


El Blue Pájaro surcaba el asfalto cocido por el intenso sol de la vía El Cocuyo-Barquisintroduzco. No iba a mucha velocidad, quizás la máxima que permitía su vetusta y desgastada mecánica. Pronto el TINCA abandonó el Valle de Chívor, la hora era desconocida pues perdieron la noción del tiempo inmersos en sus retrasos mentales.


Se podría decir que el viaje estaba yendo según lo planificado; barato pues ya les habían cobraron su pasaje estudiantil, y seguro, o al menos aún no les había pasado nada. El único inconveniente era el primitivo y salvaje vallenato que escupían los chirriantes altavoces; aquél deleznable sonido irrumpía violentamente en los tímpanos de todos y contribuía a cargar el ambiente de hedor y sudor "pule hebilla".


Al tiempo que esto ocurría, Suculenta y Actividad Festiva charlaban, o mejor dicho intercambian sonidos y gestos sin sentido entre ellos. Así pasaban el tiempo. El Asiático de Cantón dormía plácidamente ajeno a la infernal música y al calor asfixiante. Pronto el paisaje xerófilo se comenzó a mezclar con más y más viviendas que revelaban la cercanía a la importante capital de Barquisintroduzco.


Suculenta y Actividad Festiva detectaron cada uno por su cuenta un comportamiento sospechoso. El Asiático de Cantón le entregaba efectivo al pasajero que iba a su lado. Haciendo gala de su inocencia Suculenta pensó que sería por el mismo motivo por el cual quien estaba detrás de él le había pedido recursos monetarios.


Fue allí en la periferia, en las cercanía del barrio popular conocido como El Curtido, donde uno de los agentes del hampa inquirió a Actividad Festiva...


- Mira panita, dile al pana tuyo que lo vamos a robá, y que me pase el celular ese que carga ahí. Tranquilito que andamos armados, tenemos una granada fragmentaria y venimos a todo riesgo.


Apenas pudo la Actividad Festiva procesar que el hampón le había querido decir que le comunicara a Suculenta que él, el hampón, le iba a practicar un robo, es decir que le cediese el dispositivo de telefonía móvil, que hiciera todo eso con calma puesto que el hampón y sus malévolos secuaces poseían armas y...


De pronto, Actividad Festiva, inmerso en aquella compleja traducción se dio cuenta que el hampón prescindió de su ayuda y fue directamente hacia Suculenta.


- Mira panita, pásame el celular ese que cargas ahí, tranquilito que no queremos peos, mira que somos tres y venimos armados.


Justo cuando dijo que eran tres hampones Suculenta se asomó para detectar sus ubicaciones, uno estaba detrás de su posición cerca del hampón que le hablaba, el otro ¡estaba justo al lado del Asiático de Cantón, era el mismo pasajero que sospechosamente se sentó a su lado!. Cada vez que la mirada de Suculenta se cruzaba con la de estos sujetos se notaba en ellos la malicia, el odio, y en la cara de Suculenta, la incertidumbre, el nerviosismo, el asco, y el desprecio por entes de tan baja calaña. No tenía otra opción, sus cálculos internos indicaban que la única vía de salvación era el diálogo, la negociación. Pero eran patrañas, el velo de la ignorancia guió sus pensamientos.


- Coño pana, ¿me vas a hacer esta vaina?, Na'gua chamo. - Dijo Suculenta tratando de nivelar el nivel comunicacional, buscando entablar una conexión para la negociación.

- Pásame ese celular que yo sé que cargas ahí.

- Pero Na'gua güevón, de panita y buena gente te di los mil bolos cuando tú me los pediste - El elemento bondad y solidaridad. ¡Ingenuo!.

- ¡Bueno si quieres te los devuelvo! - Dijo el hampón con desparpajo.

(Recreación de los hechos)

Design by Graphéine

(Esto fue lo que debió haber hecho Suculenta)

Design by Graphéine


Era irremediable, tenía que entregarle el teléfono móvil al hampón o su vida corría peligro. No contento con eso, el vulgar ladrón pidió más:

- Dame la plata que tengas ahí en la cartera.

En este punto Suculenta caviló profundamente, y decidió algo arriesgado, pero que de cumplirse sería una jugada maestra, evitaría que le robasen diez mil bolívares que poseía. ¡INGENUIDAD al cuadrado!.

- Pana no tengo plata, sólo tengo para el pasaje. - Suculenta le mintió al hampón.

El malandro (se dice de aquel que es un maleante) observó detenidamente los atavíos de Suculenta. Suculenta se decía a sí mismo - ¡Soy un genio, mi maniobra tuvo efecto, salvé los diez mil bolívares que poseo en mi billetera!-.


¡Y vaya que si funcionó el plan!...

- Bueno entonces dame el reloj ese que tienes ahí. - Dijo el maleante con picaresca.


Suculenta para sus adentros se lamentaba - ¡Coño de la realísima puta! -. Había cambiado su reluciente reloj digital Casi-u por el generoso monto de ¡diez mil bolívares!. Mientras pensaba eso ya se había despojado de su flamante reloj y éste ya reposaba sobre las sucias e inmundas manos de aquél despreciable sujeto.


Ambos, tanto Suculenta como Actividad Festiva que salió misteriosamente bien librado del altercado hamponil, deseaban con fervor que aquellos malhechores abandonaran el lugar de una vez por todas. Y así lo hicieron, unos pocos metros más de carretera y ya estaban en tierra firme, impunes y contentos con el botín que tanto esfuerzo y sudor les costó conseguir.


Suculenta y Actividad Festiva fueron azotados por la melancolía y la injusticia, el Asiático de Cantón más alejado sentía lo mismo, pero él era más insensible a esos embates, ya el hampa le había asestado varios golpes.


El TINCA siguió su curso, nadie más excepto aquel trío de estudiantes se dio cuenta. El odio y la tristeza moldeaba sus expresiones.


El camino aún no había llegado a su fin; y la tarea asignada aún estaba inconclusa.

Continuará...

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Encuentro cercano con el hampa.

Esta historia está basada en hechos reales, se usarán nombres falsos para proteger la identidad de las víctimas, así como también nombres de lugares e instituciones.


Actividad Festiva dijo:

- Oye Suculenta, creo que hoy no tenemos porque temer a trasladarnos hacía la ciudad de Barquisintroduzco en una unidad de transporte colectivo TINCA. Son más económicos y siempre cancelamos por nuestra condición de estudiantes.


- Creo que tienes razón Actividad Festiva - dijo Suculenta.

- Pero debemos preguntarle a El Asiático de Cantón para ver qué es lo que opina. - agregó Actividad Festiva.


Ambos colgaron sus correspondientes teléfonos, cada uno siguió su vida; el asunto de El Asiático de Cantón quedaba al menos por parte de Suculenta, pospuesto hasta la noche cuando se comunicaría con él vía mensajería instantánea.


Al cabo de unas horas Suculenta contactó con El Asiático de Cantón.

- Asiático de Cantón, esta tarde hablé con la Actividad Festiva y acordamos viajar en TINCA hacia la Universidad Puntomediooccidental Licántropo Albahaca (UPLA), porque es más económico y a fin de cuentas no es tan inseguro como piensa la prole.

- Ok. - Agregó esa frase tan trascendente, llena de contenido y amplia en extensión, El Asiático de Cantón.


Y pues todo quedó así, los tres protagonistas de esta historia sellaron ellos mismos lo que más adelante sería su propia destrucción. El sueño se apoderó del trío, primero a La Actividad Festiva, pues para esa época era un alma ignorante, y por ende instrumento ciego de su propia destrucción, un alma vacía, un alma sin internet; luego a buen seguro a El Asiático de Cantón y Suculenta. La noche fue confortable para todos, cada uno en sus casas, cada uno con sus familia, todos inocentes e ingenuos.


Llegó el alba, y los rayos del sol incidieron de manera diversa los rostros de cada uno del trío. Al igual que el sol llega siempre infalible, el hambre hace aparición también; ¡Qué se haga el desayuno!. Entre detalles que iban y venían, el trío concertó improvisadamente una conferencia telefónica para acordar el sitio de reunión para abordar la, por ahora inofensiva, unidad de transporte público.


Llegada la hora, poco después del mediodía y cada uno con satisfecho a su manera por el almuerzo recientemente ingerido, se reunieron en el lugar acordado, en un parada de autobús cualquiera, sin ninguna característica particular a excepción de que los tres estuvieron de acuerdo en que fuera ésa y no otra; la espera fue realmente corta, pronto se vio transponer el reluciente Blue Pájaro TINCA.


Hicieron señas, el autobús se detuvo y... todos lo abordaron. Se dispusieron de una forma más que curiosa, que no revelaba nada excepto que eran aún unos ingenuos. La Actividad Festividad y Suculenta se sentaron casi al fondo, aunque antes de la puerta trasera, en el lado del conductor del autobús, Suculenta inmediato a la venta y La Actividad Festiva se sentó justo a su lado y a su vez al lado del pasillo. El Asiático de Cantón se sentó unos puestos más cerca de la parte delantera de la unidad de transporte, del lado del colector, justo al lado de la ventanilla.


El TINCA, como lo llamaban popularmente los cocuyanos (nativos de El Cocuyo), partió rumbo a Barquisintroduzco. El viaje fue relativamente tranquilo y sosegado. Actividad Festiva y Suculenta hablaban tranquilamente, ejerciendo a plenitud su condición de casi autistas. Sin embargo el Asiático de Cantón fue apresado por las garras del sueño. En alguna que otra ocasión el autobús se detenía a recoger más pasajeros. Y salió de El Cocuyo rumbo a Barquisiintroduzco sin contratiempo alguno.


Como era costumbre el recorrido de el TINCA no fue directo hacia Barquisintroduzco sino que hizo escala, como siempre, en la ciudad cuna del hampa llamada Chívor.


Un escalofrío recorrió las mentes del trío, era una de las cosas a las que temían, todos sabían que podía pasar pero no lo nombraron como si ignorando el hecho las posibilidades que ocurriese se redujeran. Pronto los pasajeros abordaron la unidad. Aún no había arrancado el TINCA cuando uno de los pasajeros se dirigió a Suculenta.


- Mira pana 1000 bolos ahí pal pasaje - Dijo con desparpajo.

Suculenta sintió la llamada del nerviosismo, pero pensó, calculó, meditó en fracciones de segundo, se dijo a sí mismo "Si le niego la ayuda económica podría tomar represalias futuras, creo que lo mejor es quedar como caritativo y solidario y evitarme problemas".

- Coño pana no sé si tenga, déjame ver... ¡Ah sí toma aquí están! - Dijo Suculenta imitando el burdo lenguaje de aquel individuo.

- Gracias panita.


Al mismo tiempo otro de los nuevos pasajeros se sentó sospechosamente al lado de El Asiático de Cantón. Sospechosamente porque habían varios puestos libres y decidió casualmente sentarse al lado de El Asiático de Cantón. No fue casual.


El TINCA arrancó y nuestros protagonistas se acercaban a su desgracia.


Continuará...


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