Reflexiones...

    Contra toda estadística, probabilidad o pronóstico, he logrado mantener mediamente a flote mi blog por un año entero.
   
    Para celebrarlo voy a escribir esta mega-entrada, la verdad no sé que carajos voy a escribir, esto lo invento al vuelo así que no sé, a ver qué se me ocurre.


    Mi nombre es la Rica, la Rica Rodriguéz, te metes conmigo y visitás el Blogs de Sphex. (Yeah).

    Esta es la historia de un pequeño tornillo, que alegremente transitaba por el techo de una casa vieja que queda de Turrajón pa dentro; en esa casa el tornillito, que se llamaba Eustaquio, tenía muchos amigos, la telaraña Josefina, el bloque Camilo, el lavamanos James (porque era inglés). Eustaquio Rosca Métrica (que era su nombre completo), estaba enamorado de una tuerca que tenía por nombre Ramona Rosca Whitworth ( de 9,5 mm de altura, toda una Diosa).

    A Eustaquio le gustaba mucho Ramona, pero habían varios problemas que impedían que ambos se atornillaran; el más importante era el archienemigo de Eustaquio... El malévolo tornillo tirabuzón Moctezuma Tirabuzón Whitworth, este despreciable tornillo era el dolor de cabeza más grande de Eustaquio, él no soportaba ver como Moctezuma enrroscaba perfectamente en las voluptuosas y torneadas roscas de Ramona.

    Otro de los problemas, Camilo y James, supuestos amigos de Eustaquio, siempre se burlaban del pobre Eustaquio, porque siempre estaba mal apretado debido a que su cabeza estaba diseñada en forma hexagonal y casualmente el dueño de la casa no tenía llaves Allen para ajustarlo, en cambio sí tenía para apretar cada vez más a Ramona y a Moctezuma.

    Y de los problemas de Eustaquio el más leve era Josefina, la pegajosa telaraña, cada vez que Eustaquio hablaba un poco con Ramona, la muy zorra de Josefina se le pegaba y lo enrredaba haciéndole quedar mal ante su amada Ramona.

    Eustaquio estaba al borde del colapso, pero inutía que Ramona sentía algo por él, eso era lo que le mantenía con fuerzas y unido a la visagra que sujetaba. Eustaquio al fin logró hablar largo rato con Ramona y se le declaró y le dijo todas sus intenciones, le dijo que quería estar dentro de ella y sentirse arropado por sus suaves roscas whitworth tan delicadas; Ramona estaba muy sorprendida, ella no sospechaba que Eustaquio sentía aquello por ella, apenas pudo pensar y analizar la situación se preparó para decirle a Eustaquio lo que pensaba, cuando de pronto un estruendo azotó la casa, y todos murieron.

    Llegó un enorme hipopótamo vestido de azul con una corbata larga y con leoncitos de adorno, aquel hipopótamo llevaba en sus patas una taza de peltre, dentro había sopa...
    - Hmmm, la sopa está caliente - Dijo.
    - Sí, pero también es verde - Agregó un rinoceronte blanco que estaba oculto en una rama de un árbol cercano y que también comía de aquel caldo.
    - ¡Hola! Rino, ¡Martes! - Dijo el elefante.
    - ¡Amalaya wangui apasunga...! - Dijo el rinoceronte
    - ¡Ja ja ja!... ¡Morocho marita! - Dijeron los dos al unísono.

    Entonces el rinoceronte se incorporó, le dió su taza al elefante y se fue; el elefante un poco contrariado tomó las dos tazas, las vació en la tierra y comenzó a amasar el barro que se creó con la mezcla... Aquello no tenía ninguna forma, pero se veía que el elefante estaba abstraído en esa masa, dándole alguna forma.  Y efectivamente la escultura del elefante ya era reconocible, no era exactamente como la realidad, pero el parecido era innegable. Ya con su escultura hecha, el elefante se levantó, se sacudió las manos y se fue, dejando sola a la escultura que hizo.

    La escultura tenía forma de tornillo, y justo a un lado el elefante escribió... "Eustaquio, te queremos, te llevaremos siempre en nuestras memorias.". Súbitamente comenzó a llover, copiosamente, y alternando entre gota y gota de agua se dejaba entrever que algo extraño estaba al lado de la escultura que aquél paquidermo esculpió y que ahora se borraba con la lluvia; lo que estaba junto a la escultura era... un lápiz de grafito nº 2.

Fin.