Esta historia está basada en hechos reales, se usarán nombres falsos
para proteger la identidad de las víctimas, así como también nombres de
lugares e instituciones.
Anteriormente...
- Mira pana 1000 bolos ahí pal pasaje.
- Coño pana no sé si tenga, déjame ver... ¡Ah sí toma aquí están!.
- Gracias panita.
El TINCA arrancó y nuestros protagonistas se acercaban a su desgracia.
El Blue Pájaro surcaba el asfalto cocido por el intenso sol de la vía El Cocuyo-Barquisintroduzco. No iba a mucha velocidad, quizás la máxima que permitía su vetusta y desgastada mecánica. Pronto el TINCA abandonó el Valle de Chívor, la hora era desconocida pues perdieron la noción del tiempo inmersos en sus retrasos mentales.
Se podría decir que el viaje estaba yendo según lo planificado; barato pues ya les habían cobraron su pasaje estudiantil, y seguro, o al menos aún no les había pasado nada. El único inconveniente era el primitivo y salvaje vallenato que escupían los chirriantes altavoces; aquél deleznable sonido irrumpía violentamente en los tímpanos de todos y contribuía a cargar el ambiente de hedor y sudor "pule hebilla".
Al tiempo que esto ocurría, Suculenta y Actividad Festiva charlaban, o mejor dicho intercambian sonidos y gestos sin sentido entre ellos. Así pasaban el tiempo. El Asiático de Cantón dormía plácidamente ajeno a la infernal música y al calor asfixiante. Pronto el paisaje xerófilo se comenzó a mezclar con más y más viviendas que revelaban la cercanía a la importante capital de Barquisintroduzco.
Suculenta y Actividad Festiva detectaron cada uno por su cuenta un comportamiento sospechoso. El Asiático de Cantón le entregaba efectivo al pasajero que iba a su lado. Haciendo gala de su inocencia Suculenta pensó que sería por el mismo motivo por el cual quien estaba detrás de él le había pedido recursos monetarios.
Fue allí en la periferia, en las cercanía del barrio popular conocido como El Curtido, donde uno de los agentes del hampa inquirió a Actividad Festiva...
- Mira panita, dile al pana tuyo que lo vamos a robá, y que me pase el celular ese que carga ahí. Tranquilito que andamos armados, tenemos una granada fragmentaria y venimos a todo riesgo.
Apenas pudo la Actividad Festiva procesar que el hampón le había querido decir que le comunicara a Suculenta que él, el hampón, le iba a practicar un robo, es decir que le cediese el dispositivo de telefonía móvil, que hiciera todo eso con calma puesto que el hampón y sus malévolos secuaces poseían armas y...
De pronto, Actividad Festiva, inmerso en aquella compleja traducción se dio cuenta que el hampón prescindió de su ayuda y fue directamente hacia Suculenta.
- Mira panita, pásame el celular ese que cargas ahí, tranquilito que no queremos peos, mira que somos tres y venimos armados.
Justo cuando dijo que eran tres hampones Suculenta se asomó para detectar sus ubicaciones, uno estaba detrás de su posición cerca del hampón que le hablaba, el otro ¡estaba justo al lado del Asiático de Cantón, era el mismo pasajero que sospechosamente se sentó a su lado!. Cada vez que la mirada de Suculenta se cruzaba con la de estos sujetos se notaba en ellos la malicia, el odio, y en la cara de Suculenta, la incertidumbre, el nerviosismo, el asco, y el desprecio por entes de tan baja calaña. No tenía otra opción, sus cálculos internos indicaban que la única vía de salvación era el diálogo, la negociación. Pero eran patrañas, el velo de la ignorancia guió sus pensamientos.
- Coño pana, ¿me vas a hacer esta vaina?, Na'gua chamo. - Dijo Suculenta tratando de nivelar el nivel comunicacional, buscando entablar una conexión para la negociación.
- Pásame ese celular que yo sé que cargas ahí.
- Pero Na'gua güevón, de panita y buena gente te di los mil bolos cuando tú me los pediste - El elemento bondad y solidaridad. ¡Ingenuo!.
- ¡Bueno si quieres te los devuelvo! - Dijo el hampón con desparpajo.
(Recreación de los hechos)
Design by Graphéine
(Esto fue lo que debió haber hecho Suculenta)
Design by Graphéine
Era irremediable, tenía que entregarle el teléfono móvil al hampón o su vida corría peligro. No contento con eso, el vulgar ladrón pidió más:
- Dame la plata que tengas ahí en la cartera.
En este punto Suculenta caviló profundamente, y decidió algo arriesgado, pero que de cumplirse sería una jugada maestra, evitaría que le robasen diez mil bolívares que poseía. ¡INGENUIDAD al cuadrado!.
- Pana no tengo plata, sólo tengo para el pasaje. - Suculenta le mintió al hampón.
El malandro (se dice de aquel que es un maleante) observó detenidamente los atavíos de Suculenta. Suculenta se decía a sí mismo - ¡Soy un genio, mi maniobra tuvo efecto, salvé los diez mil bolívares que poseo en mi billetera!-.
¡Y vaya que si funcionó el plan!...
- Bueno entonces dame el reloj ese que tienes ahí. - Dijo el maleante con picaresca.
Suculenta para sus adentros se lamentaba - ¡Coño de la realísima puta! -. Había cambiado su reluciente reloj digital Casi-u por el generoso monto de ¡diez mil bolívares!. Mientras pensaba eso ya se había despojado de su flamante reloj y éste ya reposaba sobre las sucias e inmundas manos de aquél despreciable sujeto.
Ambos, tanto Suculenta como Actividad Festiva que salió misteriosamente bien librado del altercado hamponil, deseaban con fervor que aquellos malhechores abandonaran el lugar de una vez por todas. Y así lo hicieron, unos pocos metros más de carretera y ya estaban en tierra firme, impunes y contentos con el botín que tanto esfuerzo y sudor les costó conseguir.
Suculenta y Actividad Festiva fueron azotados por la melancolía y la injusticia, el Asiático de Cantón más alejado sentía lo mismo, pero él era más insensible a esos embates, ya el hampa le había asestado varios golpes.
El TINCA siguió su curso, nadie más excepto aquel trío de estudiantes se dio cuenta. El odio y la tristeza moldeaba sus expresiones.
El camino aún no había llegado a su fin; y la tarea asignada aún estaba inconclusa.
Continuará...
para proteger la identidad de las víctimas, así como también nombres de
lugares e instituciones.
Anteriormente...
- Mira pana 1000 bolos ahí pal pasaje.
- Coño pana no sé si tenga, déjame ver... ¡Ah sí toma aquí están!.
- Gracias panita.
El TINCA arrancó y nuestros protagonistas se acercaban a su desgracia.
El Blue Pájaro surcaba el asfalto cocido por el intenso sol de la vía El Cocuyo-Barquisintroduzco. No iba a mucha velocidad, quizás la máxima que permitía su vetusta y desgastada mecánica. Pronto el TINCA abandonó el Valle de Chívor, la hora era desconocida pues perdieron la noción del tiempo inmersos en sus retrasos mentales.
Se podría decir que el viaje estaba yendo según lo planificado; barato pues ya les habían cobraron su pasaje estudiantil, y seguro, o al menos aún no les había pasado nada. El único inconveniente era el primitivo y salvaje vallenato que escupían los chirriantes altavoces; aquél deleznable sonido irrumpía violentamente en los tímpanos de todos y contribuía a cargar el ambiente de hedor y sudor "pule hebilla".
Al tiempo que esto ocurría, Suculenta y Actividad Festiva charlaban, o mejor dicho intercambian sonidos y gestos sin sentido entre ellos. Así pasaban el tiempo. El Asiático de Cantón dormía plácidamente ajeno a la infernal música y al calor asfixiante. Pronto el paisaje xerófilo se comenzó a mezclar con más y más viviendas que revelaban la cercanía a la importante capital de Barquisintroduzco.
Suculenta y Actividad Festiva detectaron cada uno por su cuenta un comportamiento sospechoso. El Asiático de Cantón le entregaba efectivo al pasajero que iba a su lado. Haciendo gala de su inocencia Suculenta pensó que sería por el mismo motivo por el cual quien estaba detrás de él le había pedido recursos monetarios.
Fue allí en la periferia, en las cercanía del barrio popular conocido como El Curtido, donde uno de los agentes del hampa inquirió a Actividad Festiva...
- Mira panita, dile al pana tuyo que lo vamos a robá, y que me pase el celular ese que carga ahí. Tranquilito que andamos armados, tenemos una granada fragmentaria y venimos a todo riesgo.
Apenas pudo la Actividad Festiva procesar que el hampón le había querido decir que le comunicara a Suculenta que él, el hampón, le iba a practicar un robo, es decir que le cediese el dispositivo de telefonía móvil, que hiciera todo eso con calma puesto que el hampón y sus malévolos secuaces poseían armas y...
De pronto, Actividad Festiva, inmerso en aquella compleja traducción se dio cuenta que el hampón prescindió de su ayuda y fue directamente hacia Suculenta.
- Mira panita, pásame el celular ese que cargas ahí, tranquilito que no queremos peos, mira que somos tres y venimos armados.
Justo cuando dijo que eran tres hampones Suculenta se asomó para detectar sus ubicaciones, uno estaba detrás de su posición cerca del hampón que le hablaba, el otro ¡estaba justo al lado del Asiático de Cantón, era el mismo pasajero que sospechosamente se sentó a su lado!. Cada vez que la mirada de Suculenta se cruzaba con la de estos sujetos se notaba en ellos la malicia, el odio, y en la cara de Suculenta, la incertidumbre, el nerviosismo, el asco, y el desprecio por entes de tan baja calaña. No tenía otra opción, sus cálculos internos indicaban que la única vía de salvación era el diálogo, la negociación. Pero eran patrañas, el velo de la ignorancia guió sus pensamientos.
- Coño pana, ¿me vas a hacer esta vaina?, Na'gua chamo. - Dijo Suculenta tratando de nivelar el nivel comunicacional, buscando entablar una conexión para la negociación.
- Pásame ese celular que yo sé que cargas ahí.
- Pero Na'gua güevón, de panita y buena gente te di los mil bolos cuando tú me los pediste - El elemento bondad y solidaridad. ¡Ingenuo!.
- ¡Bueno si quieres te los devuelvo! - Dijo el hampón con desparpajo.
(Recreación de los hechos)
Design by Graphéine
(Esto fue lo que debió haber hecho Suculenta)
Design by Graphéine
Era irremediable, tenía que entregarle el teléfono móvil al hampón o su vida corría peligro. No contento con eso, el vulgar ladrón pidió más:
- Dame la plata que tengas ahí en la cartera.
En este punto Suculenta caviló profundamente, y decidió algo arriesgado, pero que de cumplirse sería una jugada maestra, evitaría que le robasen diez mil bolívares que poseía. ¡INGENUIDAD al cuadrado!.
- Pana no tengo plata, sólo tengo para el pasaje. - Suculenta le mintió al hampón.
El malandro (se dice de aquel que es un maleante) observó detenidamente los atavíos de Suculenta. Suculenta se decía a sí mismo - ¡Soy un genio, mi maniobra tuvo efecto, salvé los diez mil bolívares que poseo en mi billetera!-.
¡Y vaya que si funcionó el plan!...
- Bueno entonces dame el reloj ese que tienes ahí. - Dijo el maleante con picaresca.
Suculenta para sus adentros se lamentaba - ¡Coño de la realísima puta! -. Había cambiado su reluciente reloj digital Casi-u por el generoso monto de ¡diez mil bolívares!. Mientras pensaba eso ya se había despojado de su flamante reloj y éste ya reposaba sobre las sucias e inmundas manos de aquél despreciable sujeto.
Ambos, tanto Suculenta como Actividad Festiva que salió misteriosamente bien librado del altercado hamponil, deseaban con fervor que aquellos malhechores abandonaran el lugar de una vez por todas. Y así lo hicieron, unos pocos metros más de carretera y ya estaban en tierra firme, impunes y contentos con el botín que tanto esfuerzo y sudor les costó conseguir.
Suculenta y Actividad Festiva fueron azotados por la melancolía y la injusticia, el Asiático de Cantón más alejado sentía lo mismo, pero él era más insensible a esos embates, ya el hampa le había asestado varios golpes.
El TINCA siguió su curso, nadie más excepto aquel trío de estudiantes se dio cuenta. El odio y la tristeza moldeaba sus expresiones.
El camino aún no había llegado a su fin; y la tarea asignada aún estaba inconclusa.
Continuará...
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