- El destino, ¿existe?. -
- No lo sé, no tengo forma de probar que no exista de igual forma que no tengo forma de probar que exista. -
- Pero, ¿qué crees tú?. -
- Que no existe. -
- ¿Por qué?. -
- ¿Tiene cada grano de arena en la playa un destino escrito?. -
- Limítate a contestar y no a hacer una pregunta. -
- Más que una pregunta era un analogía. No existe el destino. -
- ¿Por qué? -
- ¿Qué sentido tendría vivir sabiendo qué pasará a cada instante?. -
- Estamos destinados a algo, pero no sabemos a qué ni cómo, por ello tu argumento queda invalidado. -
- ¿Y si alguien estuviese destinado a saber lo que le depara su destino?; ¿cómo queda mi argumento?. -
- Hmmm. -
- ¿Y si alguien estuviese destinado a impedir que su destino caiga sobre él con todo su peso?. -
- Eh... -
- ¿Y si alguien o algo estuviese destinado a cambiar, a hilar, a dirigir, a escribir el destino del resto?. -
- ... -
- ¿Y si alguien estuviese destinado a eliminar el destino?. -
- ¡Basta de paradojas!. -
- Entonces pregunto, el destino, ¿existe?. -
- No lo sé, no tengo forma de probar que no exista de igual forma que no tengo forma de probar que exista. -
- Jejeje. ¿Entonces hay un hilo argumental, invisible, omnipresente, un tejido enrevesado que marca las pautas de todos nuestros pensamientos y nuestras acciones?. -
- Sí, creo que sí. -
- ¿Por qué?. -
- Porque el destino existe. Tus paradojas están destinadas a existir, por el simple hecho de que tu destino, el de ser testarudo e incrédulo, se cumpla y encaje en el "tejido universal", como has dicho, que es el destino en sí. Es un tapete, un tapiz, con muchos matices, cada uno de nosotros tenemos un camino por dónde transitar, del que no podemos escapar. -
- ¿Qué pasa cuando la hebra de hilo se divide en dos y parte en direcciones opuestas?. -
- Eso no puede pasar. -
- Entonces no ser podemos los hilos de un tapiz. -
- Puede ser, pero sí somos el resultado de un guión maestro, donde ya todo está escrito, inalterable. -
- Sí, somos el resultado de un guión... -
- ¡Sabía que caerías en cuenta, que tus elucubraciones y paradojas colapsarían bajo el peso de mis irrefutables argumentos!. -
- ... Somos el resultado de un guión, pero del que escribimos cada uno de nosotros. Hoy, no mañana, si no hoy...
Lo que está por venir es una hebra deshilachada, con multitud de caminos y recorridos, unas terminan abruptamente, otras no terminan, pero ninguna existe en realidad, solo hasta mañana una de esas infinitas posibilidades se concreta en una hebra tangible.
Ni siquiera son las decisiones que tome yo como individuo, son las mías, las tuyas, las de todos, las que al final terminan tejiendo esa hebra que al término será la que al mirar atrás salte en nuestra memoria; pero adelante, el mañana no existe, no es más que un mar de incertidumbre que colapsará después de hoy... -
domingo, julio 31, 2011
miércoles, septiembre 08, 2010
The big fucking pour!
Normalmente el hambre no atacaba tan temprano, pero el día de hoy, las arepas fueron "sifrinas" y no saciaron mi matutino apetito, así que los deseos de salir raudo y veloz a ARTArme eran bastante grandes, así que sin miramientos ni contemplaciones me dirigí con mi destino en mente desde Big Sheet hasta Little Chacka.
El clima estaba como suele estarlo, un brillante y jodidamente caluroso sol, ni un dejo de viento que meciera alguna hoja y el siempre agradable aroma de Big Sheet. Sin ninguna dilación consumí un filete de merluza rebosado y una ensalada "pico e gallo", terminé el vaso de Nestea y procedí a enrumbar hacia Big Sheet.
El retumbante sonido de los truenos que llenaba el local debió servirme de advertencia. Pero siempre ingenuo como he sido, ignoré las señales del firmamento y fui directo al encuentro con las fauces de la bestia.
Y efectivamente, el cielo se abrió por completo, como si una conciencia superior hubiese olvidado la sutileza y el trabajo milimétrico de abrir las nubes y en lugar de eso las hubiese rasgado con uñas y dientes como un perro rabioso.
No fueron más de treinta segundos los que pasé bajo el diluvio, pero fueron suficientes para generar en mí un genuino y bien sentido:
FFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU-.
Fin.
El clima estaba como suele estarlo, un brillante y jodidamente caluroso sol, ni un dejo de viento que meciera alguna hoja y el siempre agradable aroma de Big Sheet. Sin ninguna dilación consumí un filete de merluza rebosado y una ensalada "pico e gallo", terminé el vaso de Nestea y procedí a enrumbar hacia Big Sheet.
El retumbante sonido de los truenos que llenaba el local debió servirme de advertencia. Pero siempre ingenuo como he sido, ignoré las señales del firmamento y fui directo al encuentro con las fauces de la bestia.
Y efectivamente, el cielo se abrió por completo, como si una conciencia superior hubiese olvidado la sutileza y el trabajo milimétrico de abrir las nubes y en lugar de eso las hubiese rasgado con uñas y dientes como un perro rabioso.
No fueron más de treinta segundos los que pasé bajo el diluvio, pero fueron suficientes para generar en mí un genuino y bien sentido:
FFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU-.
Fin.
martes, abril 14, 2009
El trance
Era, por decirlo de algún modo, una extraña tarde de abril; el viento era el mismo viento de abril de los últimos cien años; la temperatura no había cambiado ni una décima de grado centígrado; la humedad penetraba en todo como siempre lo hacía, la gente trabajaba como siempre y todo estaba exactamente igual. Pero la tarde era extraña, algo había que cambiaba sutilmente el orden tradicional de las cosas.
Estaba sentado frente al monitor tecleando rápidamente y sin cesar haciendo aparecer en la pantalla caracter tras caracter a una velocidad extraordinaria. Las filas y filas de letras y signos se sucedían sin ningún sentido para el ojo inexperto. El repiqueteo de las teclas tenía, hasta cierto punto, un melodioso ritmo... tac, tac, tic, tac, tac, tic. Todo acontecía sin embargo bajo el más absoluto y estricto silencio, nada más que el teclado, las expiraciones e inhalaciones perturbaban la soporífera calma. Pequeñas gotas de sudor aparecían sin ningún orden en su frente, crecían y crecían hasta que no podían soportar el implacable yugo de la gravedad y en su caída arrastraban consigo otras gotas más pequeñas ignorantes aún de la existencia de la atracción gravitatoria. Algo lo estaba haciendo sudar, no era el ambiente, pues estaba igual que siempre, lo que quiera que fuese estaba atormentándolo desde dentro, desde su interior.
De pronto una pausa rompió el silencio, que ahora sí que era absoluto, ni un sonido. Estaba rígido con el cuerpo agarrotado, ni un atisbo de movimiento. Los ojos desorbitados y la boca abierta en forma de "O". Estaba en un trance, su cerebro irradiaba energía pura, pensamientos profundos, enrevesados.
Un alto edificio, con ventanas de colores a cada lado, pintado de un blanco refulgente le invitaba a entrar. Él sabía que en realidad no podía pasar, que no estaba ahí y que esto era sólo un trance a los que ya estaba acostumbrado, pero algo lo impulsaba a seguir, algo le interesaba por sobre todo y no sabía qué era, pero pretendía averiguarlo y dentro de aquel edificio a buen seguro conseguiría la respuesta.
Al entrar pudo deducir que aquello era un edificio de oficinas. El caos y el desenfreno burocrático era el delator principal de aquella condición. Era un sitio, apesar del sonido y el ajetreo, cómodo y plácido; sentía que tenía que estar ahí. Tenía la sensación de que se enteraría de algo y debía discernirlo rápido.
Alcaldía de... No alcanzaba a terminar de leer las letras se tornabam borrosas justo después del "de". Por alguna razón no era relevante saber en qué sitio se encontraba. Siguió leyendo carteles y placas: "Oficina de catastro", "Oficina de impuestos", "Oficina de cultura", todas apuntaban la entrada a un pasillo, pero estos eran grises apesar de que antes pudo ver colores en las ventanas del edificio ahora todo estaba en una monótona escala de blancos, grises y negros.
Su mira siguió recorriendo el sitio y siguió leyendo "Asuntos internos", "Oficina del Alcalde"... "Ofinica de Identificación y registro" y aquí hizo una pausa pues el pasillo y el cartel eran de un rojo vibrante, que invitaba a que siguiera... Y siguió, no se detuvo pues parecía que iba sobre raíles. Llegó movido por una extraña fuerza a un estante que rezaba:
Alcaldía de Barquisimeto.
Recordaba todo lo que no pudo recordar en el trance. Logró retomar el control de su cuerpo, pues sólo esta había vuelto del trance. Ahora que podía moverse enfocó la vista a la pantalla.
"Yo Ernesto Castro, de 32 años de edad confieso bajo juramento sagrado que asesiné de diecinueve puñaladas a mi esposa Helen Ramírez de Castro, hoy catorce de abril a las 23:40 minutos de la noche. Por lo que con la presente carta me entrego a las autoridades y asumo toda la responsabilidad y la autoría del asesinato."
Estaba sentado frente al monitor tecleando rápidamente y sin cesar haciendo aparecer en la pantalla caracter tras caracter a una velocidad extraordinaria. Las filas y filas de letras y signos se sucedían sin ningún sentido para el ojo inexperto. El repiqueteo de las teclas tenía, hasta cierto punto, un melodioso ritmo... tac, tac, tic, tac, tac, tic. Todo acontecía sin embargo bajo el más absoluto y estricto silencio, nada más que el teclado, las expiraciones e inhalaciones perturbaban la soporífera calma. Pequeñas gotas de sudor aparecían sin ningún orden en su frente, crecían y crecían hasta que no podían soportar el implacable yugo de la gravedad y en su caída arrastraban consigo otras gotas más pequeñas ignorantes aún de la existencia de la atracción gravitatoria. Algo lo estaba haciendo sudar, no era el ambiente, pues estaba igual que siempre, lo que quiera que fuese estaba atormentándolo desde dentro, desde su interior.
De pronto una pausa rompió el silencio, que ahora sí que era absoluto, ni un sonido. Estaba rígido con el cuerpo agarrotado, ni un atisbo de movimiento. Los ojos desorbitados y la boca abierta en forma de "O". Estaba en un trance, su cerebro irradiaba energía pura, pensamientos profundos, enrevesados.
Un alto edificio, con ventanas de colores a cada lado, pintado de un blanco refulgente le invitaba a entrar. Él sabía que en realidad no podía pasar, que no estaba ahí y que esto era sólo un trance a los que ya estaba acostumbrado, pero algo lo impulsaba a seguir, algo le interesaba por sobre todo y no sabía qué era, pero pretendía averiguarlo y dentro de aquel edificio a buen seguro conseguiría la respuesta.
Al entrar pudo deducir que aquello era un edificio de oficinas. El caos y el desenfreno burocrático era el delator principal de aquella condición. Era un sitio, apesar del sonido y el ajetreo, cómodo y plácido; sentía que tenía que estar ahí. Tenía la sensación de que se enteraría de algo y debía discernirlo rápido.
Alcaldía de... No alcanzaba a terminar de leer las letras se tornabam borrosas justo después del "de". Por alguna razón no era relevante saber en qué sitio se encontraba. Siguió leyendo carteles y placas: "Oficina de catastro", "Oficina de impuestos", "Oficina de cultura", todas apuntaban la entrada a un pasillo, pero estos eran grises apesar de que antes pudo ver colores en las ventanas del edificio ahora todo estaba en una monótona escala de blancos, grises y negros.
Su mira siguió recorriendo el sitio y siguió leyendo "Asuntos internos", "Oficina del Alcalde"... "Ofinica de Identificación y registro" y aquí hizo una pausa pues el pasillo y el cartel eran de un rojo vibrante, que invitaba a que siguiera... Y siguió, no se detuvo pues parecía que iba sobre raíles. Llegó movido por una extraña fuerza a un estante que rezaba:
"Formas y formularios.
Sírvase en tomar el que requiera y llénelo"
Automáticamente y guíado como una marioneta por una fuerza extraña, sacó el bolígrafo que tenía en el bolsillo y comenzó a llenar a pesar de que no podía leer ningún encabezado ni podía determinar qué era lo que estaba llenando, sólo tenía que llenar, no importaba qué dijese, sabía que lo tenía que hacer y que lo haría sin problemas.:
Nombre: H...
Apellidos: R...
Fecha de nacimiento: 01..
Lugar de nacimiento: A...
Se sorprendía por el hecho de que estaba escribiendo de su puño y letra, pero no podía llegar a leer lo que escribía aunque se veía claramente y la caligrafía era nítida, la misma de siempre y cada letra se distinguía de la otra, pero todo junto era incomprensible. Y continuó llegando.
Fecha de defunción: 14 de abril de 2009.
¡Un momento se dijo!, ¡Esto sí lo puedo leer!
Hora de defunción: 23:40
Causa de la defunción: Apuñalamiento.
Se dio cuenta de todo, se alarmó entendió todo lo que no pudo leer. Salió de su trance... buscó en una gaveta del escritorio donde tecleaba, allí estaba; un cuchillo envuelto en un trapo lleno de sangre.
01-08-80...
Ramírez de Castro...
Helen...
Acta de defunción.Sírvase en tomar el que requiera y llénelo"
Automáticamente y guíado como una marioneta por una fuerza extraña, sacó el bolígrafo que tenía en el bolsillo y comenzó a llenar a pesar de que no podía leer ningún encabezado ni podía determinar qué era lo que estaba llenando, sólo tenía que llenar, no importaba qué dijese, sabía que lo tenía que hacer y que lo haría sin problemas.:
Nombre: H...
Apellidos: R...
Fecha de nacimiento: 01..
Lugar de nacimiento: A...
Se sorprendía por el hecho de que estaba escribiendo de su puño y letra, pero no podía llegar a leer lo que escribía aunque se veía claramente y la caligrafía era nítida, la misma de siempre y cada letra se distinguía de la otra, pero todo junto era incomprensible. Y continuó llegando.
Fecha de defunción: 14 de abril de 2009.
¡Un momento se dijo!, ¡Esto sí lo puedo leer!
Hora de defunción: 23:40
Causa de la defunción: Apuñalamiento.
Se dio cuenta de todo, se alarmó entendió todo lo que no pudo leer. Salió de su trance... buscó en una gaveta del escritorio donde tecleaba, allí estaba; un cuchillo envuelto en un trapo lleno de sangre.
01-08-80...
Ramírez de Castro...
Helen...
Alcaldía de Barquisimeto.
Recordaba todo lo que no pudo recordar en el trance. Logró retomar el control de su cuerpo, pues sólo esta había vuelto del trance. Ahora que podía moverse enfocó la vista a la pantalla.
"Yo Ernesto Castro, de 32 años de edad confieso bajo juramento sagrado que asesiné de diecinueve puñaladas a mi esposa Helen Ramírez de Castro, hoy catorce de abril a las 23:40 minutos de la noche. Por lo que con la presente carta me entrego a las autoridades y asumo toda la responsabilidad y la autoría del asesinato."
jueves, marzo 12, 2009
La Leyenda de la Panadería en la que no se podía comer pan para llevar
Sí, por fin, aquí está. Después de una larga espera, en la que contaba recabar detalles y hechos acontecidos en los hechos reales de la "Panadería en la que no se podía comer pan para llevar" con el propósito de elabor el relato lo más ceñido a la realidad. Pero no será el caso, todo lo que escriba aquí no serán más que retazos extraídos de mi memoria, inconexos todos que serán juntados a mi conveniencia. Cualquier disparidad con la realidad es mera coincidencia.
Corrían calurosos días de algún mes del año 2006, 2005, por ahí no se sabe con exactitud, nuestros bravos y valientes protagonistas, encabezados por el Gran Madre Manador Ra-ool, El Duende, El Asiático de Cantón (sí el mismo de historias anteriores), la Actividad Festiva (es muy probable que también estuviese por ahí pero como es una entidad etérea es muy posible que nadie se haya percatado de su existencia, pero no está comprobada su participación en estos hechos), Suculenta, Olo Hombre ( Man-olo) y alguno más que seguro se escapa.
Resulta que esta gallarda escuadra tenía deseos de liberar endorfinas en una simple partida en red de "Col of Bruselas", un videojuego ambientado en la segunda guerra mundial y muy conocido por todos. Dado el hecho que estos personajes estudian en la llamada Universidad Centrohorizontal Los Arándanos melcochosos (UCLA... m) y que su servicio de comedor es conocido internacionalmente en las altas esferas de la más alta cocina mundial (son muy valorados sus deliciosos platos, como por ejemplo: Strogonoff de hígado, Callos a la madrileña, Transparencias 3M con salsa agriamarga, Roachy Lecttuce Salad mejor conocida como Ensalada de lechuga "cucarachizada", amplías variedades de pasta, entre otros); pues no es de extrañar que tuviesen que ir a otro lugar a procurarse el pan pues obviamente las colas para entrar al comedor eran kilométricas. Dadas las circunstancias decidieron ir a un centro comercial que lleva por nombre: "La ciudad donde Superman lucha con Lex Lutor y el crimen organizado" (y no, no es Smallville). Allí llegaron a una panadería...
Es importante hacer una pausa para explicar el concepto de panadería.
Gran Madre Manador Ra-ool : - Deme 2 panes para llevar.-
Panadero: - Son x Bolívares.-
Pues nada, compraron el pan pero por alguna extraña razón, por algún impulso desbocado e irracional, cometieron el peor error de sus vidas...
El Duende: - Vamos a comer esta vaina aquí, diablo You! -
Actividad Festiva: - Cuando el chino me abraza me hace... wooo woooooo! -
Olo Hombre: - Sí, sí vamos a comer. -
Suculenta: - Epa, ¿no escucharon algo?-
Asiático de Cantón, saca su celular última generación y envía un SMS a todos sus contactos: - No. -
Suculenta: - Coño es que me pareció escuchar algo. -
Asiático de Cantón, aún con su celular de última generación en la mano, envía un SMS a todos sus contactos: - Ok. -
Actividad Festiva: - ¿Y dónde nos vamos a sentar pa comernos los panes?. -
...
...
El Duende: - ¿Y dónde nos vamos a sentar pa comernos los panes?. -
Gran Madre Manador Ra-ool: - Aquí mismo en las mesitas estas de la panadería. -
¡Y SE SENTARON!. Seres ingenuos e irracionales...
Watchman (Vigilante o Guachimán de aquí en adelante): - Panas, aquí no se pueden sentar. -
Gran Madre Manador Ra-ool: -¿Qué?, pero si el pan lo compramos aquí mismo. -
Olo Hombre: - Sí, si quiere pregunte al panadero que nos vendió dos panes para llevar hace 4 minutos. -
Guachimán: - Es que aquí no se puede comer pan para llevar. -
Y así, con sus tristes expresiones, con sus corazones abatidos y sus fuerzas mermadas tuvieron que retirarse de la Panadería en la que no se podía comer pan para llevar.
Corrían calurosos días de algún mes del año 2006, 2005, por ahí no se sabe con exactitud, nuestros bravos y valientes protagonistas, encabezados por el Gran Madre Manador Ra-ool, El Duende, El Asiático de Cantón (sí el mismo de historias anteriores), la Actividad Festiva (es muy probable que también estuviese por ahí pero como es una entidad etérea es muy posible que nadie se haya percatado de su existencia, pero no está comprobada su participación en estos hechos), Suculenta, Olo Hombre ( Man-olo) y alguno más que seguro se escapa.
Resulta que esta gallarda escuadra tenía deseos de liberar endorfinas en una simple partida en red de "Col of Bruselas", un videojuego ambientado en la segunda guerra mundial y muy conocido por todos. Dado el hecho que estos personajes estudian en la llamada Universidad Centrohorizontal Los Arándanos melcochosos (UCLA... m) y que su servicio de comedor es conocido internacionalmente en las altas esferas de la más alta cocina mundial (son muy valorados sus deliciosos platos, como por ejemplo: Strogonoff de hígado, Callos a la madrileña, Transparencias 3M con salsa agriamarga, Roachy Lecttuce Salad mejor conocida como Ensalada de lechuga "cucarachizada", amplías variedades de pasta, entre otros); pues no es de extrañar que tuviesen que ir a otro lugar a procurarse el pan pues obviamente las colas para entrar al comedor eran kilométricas. Dadas las circunstancias decidieron ir a un centro comercial que lleva por nombre: "La ciudad donde Superman lucha con Lex Lutor y el crimen organizado" (y no, no es Smallville). Allí llegaron a una panadería...
Es importante hacer una pausa para explicar el concepto de panadería.
panadería.
2. f. Sitio, casa o lugar donde se hace o vende el pan.
Como consecuencia de esta definición alguno del grupo propuso comprar pan.
Gran Madre Manador Ra-ool : - Deme 2 panes para llevar.-
Panadero: - Son x Bolívares.-
Pues nada, compraron el pan pero por alguna extraña razón, por algún impulso desbocado e irracional, cometieron el peor error de sus vidas...
El Duende: - Vamos a comer esta vaina aquí, diablo You! -
Actividad Festiva: - Cuando el chino me abraza me hace... wooo woooooo! -
Olo Hombre: - Sí, sí vamos a comer. -
Suculenta: - Epa, ¿no escucharon algo?-
Asiático de Cantón, saca su celular última generación y envía un SMS a todos sus contactos: - No. -
Suculenta: - Coño es que me pareció escuchar algo. -
Asiático de Cantón, aún con su celular de última generación en la mano, envía un SMS a todos sus contactos: - Ok. -
Actividad Festiva: - ¿Y dónde nos vamos a sentar pa comernos los panes?. -
...
...
El Duende: - ¿Y dónde nos vamos a sentar pa comernos los panes?. -
Gran Madre Manador Ra-ool: - Aquí mismo en las mesitas estas de la panadería. -
¡Y SE SENTARON!. Seres ingenuos e irracionales...
Watchman (Vigilante o Guachimán de aquí en adelante): - Panas, aquí no se pueden sentar. -
Gran Madre Manador Ra-ool: -¿Qué?, pero si el pan lo compramos aquí mismo. -
Olo Hombre: - Sí, si quiere pregunte al panadero que nos vendió dos panes para llevar hace 4 minutos. -
Guachimán: - Es que aquí no se puede comer pan para llevar. -
Y así, con sus tristes expresiones, con sus corazones abatidos y sus fuerzas mermadas tuvieron que retirarse de la Panadería en la que no se podía comer pan para llevar.
viernes, noviembre 28, 2008
martes, noviembre 25, 2008
Mind-blowing
Estaba sentado al borde del colchón, golpeteando con los pies el suelo, los codos en las rodillas y apoyando la cabeza en las manos. Tenía la mirada perdida, y el cabello revuelto se le agitaba a causa del movimiento nervioso de sus piernas. De pronto entornó los ojos, miró; su vista al frente. Había un gran reloj, redondo del todo, con grandes números de vistosos colores; la hora la daba un gran dedo de cartón, el minutero era el rabo de un gato y el segundero una hebra de telaraña de una minúscula araña que daba vueltas alrededor en un bucle infinito.
El reloj marcaba las 08:08, era difícil ver los segundos a esa distancia y más si los marcaba una hebra de telaraña. La pared de que colgaba el reloj era un mosaico enorme; un mosaico lleno de movimiento, lleno de vida, literalmente. Larguísimas enredaderas y plantas cubrían toda la pared. Las hojas es movián al compás de algo que no sabía qué era pues no era el viento; la quietud a su alrededor era abrumadora. Parece una enorme serpiente verde, pensó por último.
Miró a sus pies, descalzos, rosados pedazos de carne embutidos en una graciosa forma. Bajo ellos un profundo abismo, poblado de estrellas, puntos brillantes; fugaces hormiguitas de luz que vagaban aleatoriamente en el insondable vacío. Ora explosiones intensas de claridad, ora impenetrable oscuridad. Así era el suelo. Abrumador, confuso, desorientador; por meros reflejos recogió sus pies y se sentó cruzado de piernas sobre su colchón. Detalló ahora la repulsiva capa de desechos que era su colchón, a la velocidad de la luz desapareció de su mente la familiar imagen del colchón blanco e impoluto cuando sus ojos, y más que sus ojos su nariz detallaron lo que era el colchón en sí; carne putrefacta, ríos de pus, cardúmenes de gusanos y bandadas de moscas verdes que ensordecían con su aleteo sincronizadamente caótico.
Vomitó; desgarradoras arcadas desde lo más profundo del estómago arrancaron y expulsaron todo lo que se podía expulsar. De su boca salieron chorros de metal líquido fundido. Chorros amarillos y calientes salían a increíble velocidad. Pasó el espasmo, los labios llenos de ampollas. Sin dolor, sin nada sólo dejó de hacerlo. La violencia del vómito acabó poniéndolo boca arriba sobre el colchón de putrefacción. No hizo caso a eso, no se detuvo a pensar en su repugnancia. Estaba absorto, maravillado con el cielo, con aquél maravilloso techo que se balanceaba sobre su cabeza.
Letras, palabras, frases, oraciones; párrafos enteros cruzaban, subían y bajaban. Atravesaban el espacio con gracia pero a la vez con estrépito, con la rudeza de enormes titanes literales. Cada letra era un filigrana de increíble belleza y robaba el aliento el detalle de cada una de ellas. Aquello era una tormenta de ideas, la desoladora belleza del caos incomprendido, la caótica belleza de la imcomprensión y la ignorancia.
- ¡Hola! - escuchó de pronto.
Volteó raudo, sus ojos oteaban con rapidez y con sorpresa, pues aquéllo lo sacó de su profundo estado de conmoción.
- ¡Hey! ¡Hay! ¡Hoy!... ¡Hoooooola! - se escuchó la voz burlona.
- ¿Hola? - sin saber por qué contestó.
- ¡Jajaja, aquí, levántate y mírame, soy la "enorme serpiente verde" que viste hace un rato. -
- ¿Qué? -
- Lamento decepcionarte pero no soy una serpiente verde. -
Se levantó y vio la enorme pared verde, el reloj seguía en el mismo sitio y marcaba las 08:07. De pronto entendió el por qué del movimiento de las hojas que había visto antes, efectivamente no era el viento, ni siquiera una leve brisa. ¡Era el acompasado movimiento de la respiración!. Inhalaba y exhalaba con relajante ritmo.
- No te preocupes, el reloj está perfecto, no hace nada cambié a la araña que tenía antes; la pobre al final no podía tejer y pues sin hebras el bordado del tiempo no tiene sentido. Una pena, pero esta que traje es vieja y apenas puede caminar. Aquí el tiempo va hacia atrás. -
- Ehh... ehhh - Apenás alcanzó a balbucear.
La criatura tuvo que romper el silencio.
- Soy un temporótopo. Es decir, un gran, gran, grandísimo bicho, único en su especie; al cual por extrañas circunstancias todo el mundo lo confunde con un muro verde, o una serpiente verde, o un camino verde, o una montaña verde. Pero en realidad soy traslúcido, si quieres puedes caminar hacia aquí, apartar las enredaderas y ver dentro. Algún corazón y varios pares de pulmones es lo más que verás. Pero créeme el efecto resulta espectacular la primera vez. -
La idea de bajar del colchón definitivamente liquidó su creciente curiosidad.
- ¡Jajaja! ¡Hay! ¡Hoy! ¡Hey!. No te vas a caer, aquí no hay gravedad, levitarás a voluntad. Sólo dije caminar porque al parecer no caminar es algo que desorienta mucho a la gente. Pero puedes venir corriendo, nadando, gateando, hasta puedes venir de cabeza dando vueltas como un trompo. ¡Ah!, ¡me encanta eso que llaman break dance!. -
- ¿Qué es esto?, ¿Dónde estoy? -
- Hmmm, bueno si te digo la verdad, no tengo ni puta idea. Sólo sé que estás aquí. Mirarás dentro de mi interior, harás preguntas estúpidas, responderé estúpidamente y desaparecerás.-
- ¿Desapareceré? - Preguntó asustado.
- Hmmm sí, pero no creo que sea como para asustarse, si lo prefieres trascenderás, dejarás este estado, este limbo que no sé que coño es y volverás de dónde viniste. -
Caminó hacia el bicho, hacia el... el termo... No recordaba.
- Temporótopo. - Añadió el bicho.
- Gracias, pero... ¿tienes nombre?. -
- ¡Hoy! ¡Hay! ¡Hey!. ¡Claro que tengo!. -
- ¿Y cuál es?. -
- Vamos rápido con la parte de las preguntas estúpidas. -
- Lo siento. - Le dijo algo abochornado.
- Me llamo Alis aaaaenthp el alambouesster calatirex Empobiuros Al Cuiulir van Vvengeruindo Pas Mon Altius Cos.-
- Ehhh, ¿te molesta si te llamo simplemente bicho? -
- ¡Hey! ¡Hey! ¡Hey!. Me han llamado "repulsiva bestia demoníaca". Así que bicho está bien. Además con mis 400 pulmones me quedo sin aire cuando tengo que decir mi nombre en mi lengua natal. -
- Ya veo. -
- ¿Quieres escucharlo en mi lengua natal? -
- Ehh bueno. - Dijo indiferente mientras apartaba las ramas del costado de "Bicho".
- Bueno sonaría algo así como... -
Hubo una pausa larga. El reloj marcaba las 08:06.
- Permíteme preguntarte, pero no te he entendido... -
- Porque no dije nada, ¡Hay! ¡Hey! ¡Hoy!. A veces son tan ingenuos. No tengo ninguna lengua materna.-
- ¡Oye se puede ver todo dentro de ti!. -
- Te lo dije, es im... Pre... Sio... Nan... Te. -
- ¿De qué te alimentas?. -
- Hmm bueno en principio devoro humanos como tentempié. Pero básicamente consumo los sueños, el tiempo que corre hacia adelante. Ya sabes por eso de que debe haber un equilibrio y esas cosas. -
- ¿Humanos?. -
- Mierda, no pillas ni una. ¿Tienes por afición hacer preguntas tontas?. - Dijo Bicho con algo de indignación.
- Lo siento, pero es que esto me abruma.-
- A mi también y no hago preguntas estúpidas. Sólo respuestas estúpidas. Directa consecuencia de las preguntas estúpidas que se me hacen. -
- ¿Qué es el amor?, ¿qué es la vida?, ¿trascendemos?, después de la muerte ¿a dónde vamos?, ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?. -
- ¡Hoy! ¡Hay! ¡Hey!. Directo al hígado amigo mío. Pero todas esas preguntas son estúpidas, pues con un poco de instrospección de tu parte conseguirás las respuestas. Sólo tu crees que son preguntas complicadas o profundas. -
Hubo un silencio, abajo el abismo se iluminaba por las estrellas vagabundas, arriba la tormenta de letras descargaba rayos de signos de puntuación. Las exclamaciones e interrogantes azotaban con furia el lejano horizonte.
- Explícame entonces lo siguiente. ¿Cómo es posible que te rompan el corazón y que con cada pedacito sigas amando a la persona que te lo ha roto?. -
Silencio sordo, Bicho no pronunció nada, el tiempo retrocedió, imparable. 08:01, 07:00, 06:03, 04:56.
- No lo sé. - Dijo Bicho, con profunda solemnidad.
- Nadie lo sabe, y vine aquí buscando esta respuesta. -
- Lo siento. - fue el turno de Bicho de abochornarse, si tal cosa en un ser traslúcido era posible.
- ¡No sientes nada!. Quien lo siente soy yo. -
El reloj marcaba las 08:08, era difícil ver los segundos a esa distancia y más si los marcaba una hebra de telaraña. La pared de que colgaba el reloj era un mosaico enorme; un mosaico lleno de movimiento, lleno de vida, literalmente. Larguísimas enredaderas y plantas cubrían toda la pared. Las hojas es movián al compás de algo que no sabía qué era pues no era el viento; la quietud a su alrededor era abrumadora. Parece una enorme serpiente verde, pensó por último.
Miró a sus pies, descalzos, rosados pedazos de carne embutidos en una graciosa forma. Bajo ellos un profundo abismo, poblado de estrellas, puntos brillantes; fugaces hormiguitas de luz que vagaban aleatoriamente en el insondable vacío. Ora explosiones intensas de claridad, ora impenetrable oscuridad. Así era el suelo. Abrumador, confuso, desorientador; por meros reflejos recogió sus pies y se sentó cruzado de piernas sobre su colchón. Detalló ahora la repulsiva capa de desechos que era su colchón, a la velocidad de la luz desapareció de su mente la familiar imagen del colchón blanco e impoluto cuando sus ojos, y más que sus ojos su nariz detallaron lo que era el colchón en sí; carne putrefacta, ríos de pus, cardúmenes de gusanos y bandadas de moscas verdes que ensordecían con su aleteo sincronizadamente caótico.
Vomitó; desgarradoras arcadas desde lo más profundo del estómago arrancaron y expulsaron todo lo que se podía expulsar. De su boca salieron chorros de metal líquido fundido. Chorros amarillos y calientes salían a increíble velocidad. Pasó el espasmo, los labios llenos de ampollas. Sin dolor, sin nada sólo dejó de hacerlo. La violencia del vómito acabó poniéndolo boca arriba sobre el colchón de putrefacción. No hizo caso a eso, no se detuvo a pensar en su repugnancia. Estaba absorto, maravillado con el cielo, con aquél maravilloso techo que se balanceaba sobre su cabeza.
Letras, palabras, frases, oraciones; párrafos enteros cruzaban, subían y bajaban. Atravesaban el espacio con gracia pero a la vez con estrépito, con la rudeza de enormes titanes literales. Cada letra era un filigrana de increíble belleza y robaba el aliento el detalle de cada una de ellas. Aquello era una tormenta de ideas, la desoladora belleza del caos incomprendido, la caótica belleza de la imcomprensión y la ignorancia.
- ¡Hola! - escuchó de pronto.
Volteó raudo, sus ojos oteaban con rapidez y con sorpresa, pues aquéllo lo sacó de su profundo estado de conmoción.
- ¡Hey! ¡Hay! ¡Hoy!... ¡Hoooooola! - se escuchó la voz burlona.
- ¿Hola? - sin saber por qué contestó.
- ¡Jajaja, aquí, levántate y mírame, soy la "enorme serpiente verde" que viste hace un rato. -
- ¿Qué? -
- Lamento decepcionarte pero no soy una serpiente verde. -
Se levantó y vio la enorme pared verde, el reloj seguía en el mismo sitio y marcaba las 08:07. De pronto entendió el por qué del movimiento de las hojas que había visto antes, efectivamente no era el viento, ni siquiera una leve brisa. ¡Era el acompasado movimiento de la respiración!. Inhalaba y exhalaba con relajante ritmo.
- No te preocupes, el reloj está perfecto, no hace nada cambié a la araña que tenía antes; la pobre al final no podía tejer y pues sin hebras el bordado del tiempo no tiene sentido. Una pena, pero esta que traje es vieja y apenas puede caminar. Aquí el tiempo va hacia atrás. -
- Ehh... ehhh - Apenás alcanzó a balbucear.
La criatura tuvo que romper el silencio.
- Soy un temporótopo. Es decir, un gran, gran, grandísimo bicho, único en su especie; al cual por extrañas circunstancias todo el mundo lo confunde con un muro verde, o una serpiente verde, o un camino verde, o una montaña verde. Pero en realidad soy traslúcido, si quieres puedes caminar hacia aquí, apartar las enredaderas y ver dentro. Algún corazón y varios pares de pulmones es lo más que verás. Pero créeme el efecto resulta espectacular la primera vez. -
La idea de bajar del colchón definitivamente liquidó su creciente curiosidad.
- ¡Jajaja! ¡Hay! ¡Hoy! ¡Hey!. No te vas a caer, aquí no hay gravedad, levitarás a voluntad. Sólo dije caminar porque al parecer no caminar es algo que desorienta mucho a la gente. Pero puedes venir corriendo, nadando, gateando, hasta puedes venir de cabeza dando vueltas como un trompo. ¡Ah!, ¡me encanta eso que llaman break dance!. -
- ¿Qué es esto?, ¿Dónde estoy? -
- Hmmm, bueno si te digo la verdad, no tengo ni puta idea. Sólo sé que estás aquí. Mirarás dentro de mi interior, harás preguntas estúpidas, responderé estúpidamente y desaparecerás.-
- ¿Desapareceré? - Preguntó asustado.
- Hmmm sí, pero no creo que sea como para asustarse, si lo prefieres trascenderás, dejarás este estado, este limbo que no sé que coño es y volverás de dónde viniste. -
Caminó hacia el bicho, hacia el... el termo... No recordaba.
- Temporótopo. - Añadió el bicho.
- Gracias, pero... ¿tienes nombre?. -
- ¡Hoy! ¡Hay! ¡Hey!. ¡Claro que tengo!. -
- ¿Y cuál es?. -
- Vamos rápido con la parte de las preguntas estúpidas. -
- Lo siento. - Le dijo algo abochornado.
- Me llamo Alis aaaaenthp el alambouesster calatirex Empobiuros Al Cuiulir van Vvengeruindo Pas Mon Altius Cos.-
- Ehhh, ¿te molesta si te llamo simplemente bicho? -
- ¡Hey! ¡Hey! ¡Hey!. Me han llamado "repulsiva bestia demoníaca". Así que bicho está bien. Además con mis 400 pulmones me quedo sin aire cuando tengo que decir mi nombre en mi lengua natal. -
- Ya veo. -
- ¿Quieres escucharlo en mi lengua natal? -
- Ehh bueno. - Dijo indiferente mientras apartaba las ramas del costado de "Bicho".
- Bueno sonaría algo así como... -
Hubo una pausa larga. El reloj marcaba las 08:06.
- Permíteme preguntarte, pero no te he entendido... -
- Porque no dije nada, ¡Hay! ¡Hey! ¡Hoy!. A veces son tan ingenuos. No tengo ninguna lengua materna.-
- ¡Oye se puede ver todo dentro de ti!. -
- Te lo dije, es im... Pre... Sio... Nan... Te. -
- ¿De qué te alimentas?. -
- Hmm bueno en principio devoro humanos como tentempié. Pero básicamente consumo los sueños, el tiempo que corre hacia adelante. Ya sabes por eso de que debe haber un equilibrio y esas cosas. -
- ¿Humanos?. -
- Mierda, no pillas ni una. ¿Tienes por afición hacer preguntas tontas?. - Dijo Bicho con algo de indignación.
- Lo siento, pero es que esto me abruma.-
- A mi también y no hago preguntas estúpidas. Sólo respuestas estúpidas. Directa consecuencia de las preguntas estúpidas que se me hacen. -
- ¿Qué es el amor?, ¿qué es la vida?, ¿trascendemos?, después de la muerte ¿a dónde vamos?, ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?. -
- ¡Hoy! ¡Hay! ¡Hey!. Directo al hígado amigo mío. Pero todas esas preguntas son estúpidas, pues con un poco de instrospección de tu parte conseguirás las respuestas. Sólo tu crees que son preguntas complicadas o profundas. -
Hubo un silencio, abajo el abismo se iluminaba por las estrellas vagabundas, arriba la tormenta de letras descargaba rayos de signos de puntuación. Las exclamaciones e interrogantes azotaban con furia el lejano horizonte.
- Explícame entonces lo siguiente. ¿Cómo es posible que te rompan el corazón y que con cada pedacito sigas amando a la persona que te lo ha roto?. -
Silencio sordo, Bicho no pronunció nada, el tiempo retrocedió, imparable. 08:01, 07:00, 06:03, 04:56.
- No lo sé. - Dijo Bicho, con profunda solemnidad.
- Nadie lo sabe, y vine aquí buscando esta respuesta. -
- Lo siento. - fue el turno de Bicho de abochornarse, si tal cosa en un ser traslúcido era posible.
- ¡No sientes nada!. Quien lo siente soy yo. -
martes, noviembre 18, 2008
¿Has pensado alguna vez que estás en un sueño?
¿Qué pasaría si todo lo que eres, fuiste, y quizá serás, resulta ser un sueño y se esfuma en un instante?...
- ¡Buenos días! -
- ¡Buenos días, ahí tienes el desayuno en la mesa, come rápido que te deja tu padre. -
- Sí, sí ya voy, siempre lo mismo "apúrate que esto", "apúrate que lo otro..." -
- ¡A callar y a comer que el tiempo pasa!. -
Comió rápidamente una taza de leche con cereal, jugo de naranja y una pera, subió corriendo como alma que lleva el diablo hasta el baño y se limpió los dientes a toda prisa. Se miró al espejo, arregló, si es que tal cosa era posible, su enmarañada cabellera castaña, se ajutó el cinto y buscó sus pertrechos.
- ¡Alberto, coño, rápido que no tengo todo el día!. -
- ¡Ya vooooy!, ¡No jodas, deja la prisa!. -
Sonó el claxón del carro, bajó las escaleras de dos saltos. Esquivó al perro y a su madre.
- Chao ma! -
-¡Chao hijo, suerte! -
Abrió la puerta del carro, se lanzó en el asiento del copiloto. Encendió el radio y vió la hora.
-¡ Yujuuuuu!, ¡Papá muévelo que llevo 10 mins de retraso!. -
- Siempre es lo mismo, un día de estos te voy a dejar y tendrás que irte andando, a ver si sigues con tus ¡Yujuuus!. -
- Sí, sí menos cháchara y más velocidad. ¡Púyalo!.
Arrancó el carro, rumbo al trabajo del padre, pero dejando antes al hijo en el terminal de pasajeros.
- ¡Aló... sí Mónica, ya voy saliendo, en caso de que llegue tarde, aguántame a esa gente todo lo que puedas, que tuve un problema técnico aquí en casa y no pude salir antes... -
- ¡Claro que no!, mira si quieres te paso a mi papá y le preguntas a ver si no es verdad lo que te dije. -
- Bueno, bueno, besos cielo, estamos hablando en 15 mins que llego allá. Chauuu. -
Se atascó el trafico en las cercanías del terminal de pasajeros y el tiempo asfixiante no le dejó más remedio que hacerlo correr como un atleta de 100 metros lisos.
- No, papá me bajo aquí y llego corriendo al terminal. -
- Bueno hijo que te vaya bien por allá, y ten mucho fundamento ¿eh?. -
- Segurolas viejo, yo llamo por teléfono cuando llegue. -
Sonó el teléfono...
- ¿Qué pasó? -
- ¡Coño! Llego en dos minutos, voy corriendo chao. -
- Sí, sí, es seguro, dile que me disculpe, llego en 2 minutos. -
Diez minutos de atraso, diez minutos que le pasarían factura una vez llegase al destino, pero qué carajos, ya no podía hacer más que correr como un loco y esquivar la gente del andén. Al fin encontró el autobús que debía tomar, todos los pasajeros lo recibieron con efusivos y sarcásticos aplausos.
- ¡Eh, llegó el que faltaba. Cuándo no tu haciendo esperar a todo el mundo. -
- Sabes lo importante que es esta vaina y todavía llegas tarde. -
- ¡Gente!, Discúlpenme, pero es que el carro de mi papá no quería prender cuando iba a salir, de no ser por eso hubiese llegado a la hora, es más hubiese llegado el primero. -
- Verga pana, a ver si te cambias la excusa, que siempre usas la misma. -
Todos abordaron el autobús y salieron rumbo a su destino. Todos conversaron impulsados por la novedad del viaje y las enormes espectativas que todos tenían en él. Pero pronto, uno a uno fueron cayendo en el sueño profundo de aquellos que despiertan antes del alba después de una noche larga.
- Mónica, discúlpame de verdad por llegar tarde, sabes que no era mi intención incomodarlos a todos.-
- No pasa nada amor. -
- Sabes, espero que estés preparada para una sorpresota... -
- ¿Qué sorpresa?.-
- A ver, ¿qué parte de "sorpresa" no entendiste?. Tu espera un poco y verás. Si todo sale como lo calculé, segurísimo que estarás muy feliz. -
- Tonto, que estés aquí sentado a mi lado ya me basta para ser muy feliz... -
- Ja ja ja. -
- Así que te tocará esforzarte con esa sorpresa para hacer muy muy feliz. -
Y se besaron tiernamente. Un beso inocente y largo, un beso de dos personas que se aman y son felices, una al lado de la otra. Ella apoyó su rostro en el pecho de él y ambos se durmieron, casi al mismo tiempo, sincronizados como sólo una pareja de enamorados puede hacerlo. Y el sueño los arropó y todo se desvaneció en los jirones de la inconciencia del sueño profundo. La inconciencia del sueño de alguien feliz.
Un estruendo sordo, un tirón que removió los huesos hasta la médula, el vértigo, la opresión de la gravedad, la rudeza del movimiento. Todo se estremeció. Todo dio un vuelco, un giro inesperado. Aquel impacto removió cada célula, y ya nada sería igual.
- Avance: Un autobús repleto de jóvenes estudiantes colisionó contra un camión que transportaba desechos químicos. Hasta los momentos se han reportado 26 heridos leves, 10 intoxicado por agentes químicos y 1 herido de gravedad, que responde a la identidad de Alberto González. El herido fue trasladado al hospital central de la ciudad y se encuentra en situación de alto riesgo... -
- ¡No puede ser, no puede ser!. -
- ... los conductores del autobús y del camión se encuentran ilesos y fueron trasladados a la comandancia de policía para dar declaración sobre el siniestro. -
- ¡Alberto, Alberto, maldita sea... Maldita sea. -
No sintió nada, no sentía nada, todo era confuso, pero a la vez reveladoramente cruel. Su cuerpo descansaba sobre una camilla en lo que parecía ser la habitación de un hospital, todo rodeado de aparatos cables y químicos. Un tropa de enfermeras y médicos lo rodeaban y tocaban sus heridas. No soportó la visión, ni quería ver aquél cuerpo, irreconocible, pero genuinamente suyo, familiar y conocido.
No salió de la habitación pues era omnipresente, estaba en todos lados y a la vez no estaba. Se concentró en la gente que esperaba fuera de la sala. Ahí estaban sus padres, destrozados; con los ojos hinchados, devastados completamente. Podía escuchar sus pensamientos, podía sentir la pena que los invadía, podía sentir que un vació comía sus almas, y que ese vacío era el espacio que él abandonaba. Ese vacío se acrecentaba pues no tenían esperanzas, la resignación era inminente. No se salvaría.
También estaba Mónica, la vió, la oyó, la sintió, la olió. Pero el dolor le embargó. Ella estaba feliz, estaba liberada, se había sacado un peso de encima de un plumazo. Se había liberado de aquella carga. Alberto entró en su memoria. Como ráfagas de plomo y chorros de aceite hirviendo aparecían las traiciones y las mentiras. Lo lastimaban, lo laceraban. Laceraban su identidad incorpórea, etérea.
Quería salir de aquel infierno, pero no podía. Cada vez hurgaba más profundo en su memoria, cada vez conseguía más y más porquerías. Aquél chiquero lo halaba cada vez más hacia el fondo. Que no quedara nada sin destaparse, nada oculto. Luchó, luchó con todas sus fuerzas, se aferró a lo bueno, a lo que lo hacía feliz, pensó en sus padres, pensó en ella. Buscó en su mente, y allá lo consiguió, un pequeño cúmulo, ahí estaba, de verdad lo quiso, de verdad lo amó y no todo fue una farsa.
Sabía que no debería hacerlo, pero lo hizo, impulsado por la rabia, impulsado por un irracional deseo de sentirse querido. Unas irrefrenables ganas de borrar aquella sonrisa de satisfacción que tenía ella en su mente. Y tocó, tocó aquél cúmulo. Estaba contenido, atado, carcomido por otros pensamientos. Pero lo zafó, zafó el nudo que amarraba su amor por él.
Rompió a llorar, como un bebé recién nacido. Se tiró al suelo. Él la vio llorando, pero no sintió satisfacción. Tocó su mente de nuevo y le dijo:
- ¿Por qué lo hiciste?, no es justo. Pero te amo. Hasta nunca Mónica... Hasta nunca. -
Los instrumentos comenzaron a dar alarmas, el bullicio invadió la sala. Él volvió a la habitación, lloró y se entregó a la muerte.
- ¡Buenos días! -
- ¡Buenos días, ahí tienes el desayuno en la mesa, come rápido que te deja tu padre. -
- Sí, sí ya voy, siempre lo mismo "apúrate que esto", "apúrate que lo otro..." -
- ¡A callar y a comer que el tiempo pasa!. -
Comió rápidamente una taza de leche con cereal, jugo de naranja y una pera, subió corriendo como alma que lleva el diablo hasta el baño y se limpió los dientes a toda prisa. Se miró al espejo, arregló, si es que tal cosa era posible, su enmarañada cabellera castaña, se ajutó el cinto y buscó sus pertrechos.
- ¡Alberto, coño, rápido que no tengo todo el día!. -
- ¡Ya vooooy!, ¡No jodas, deja la prisa!. -
Sonó el claxón del carro, bajó las escaleras de dos saltos. Esquivó al perro y a su madre.
- Chao ma! -
-¡Chao hijo, suerte! -
Abrió la puerta del carro, se lanzó en el asiento del copiloto. Encendió el radio y vió la hora.
-¡ Yujuuuuu!, ¡Papá muévelo que llevo 10 mins de retraso!. -
- Siempre es lo mismo, un día de estos te voy a dejar y tendrás que irte andando, a ver si sigues con tus ¡Yujuuus!. -
- Sí, sí menos cháchara y más velocidad. ¡Púyalo!.
Arrancó el carro, rumbo al trabajo del padre, pero dejando antes al hijo en el terminal de pasajeros.
- ¡Aló... sí Mónica, ya voy saliendo, en caso de que llegue tarde, aguántame a esa gente todo lo que puedas, que tuve un problema técnico aquí en casa y no pude salir antes... -
- ¡Claro que no!, mira si quieres te paso a mi papá y le preguntas a ver si no es verdad lo que te dije. -
- Bueno, bueno, besos cielo, estamos hablando en 15 mins que llego allá. Chauuu. -
Se atascó el trafico en las cercanías del terminal de pasajeros y el tiempo asfixiante no le dejó más remedio que hacerlo correr como un atleta de 100 metros lisos.
- No, papá me bajo aquí y llego corriendo al terminal. -
- Bueno hijo que te vaya bien por allá, y ten mucho fundamento ¿eh?. -
- Segurolas viejo, yo llamo por teléfono cuando llegue. -
Sonó el teléfono...
- ¿Qué pasó? -
- ¡Coño! Llego en dos minutos, voy corriendo chao. -
- Sí, sí, es seguro, dile que me disculpe, llego en 2 minutos. -
Diez minutos de atraso, diez minutos que le pasarían factura una vez llegase al destino, pero qué carajos, ya no podía hacer más que correr como un loco y esquivar la gente del andén. Al fin encontró el autobús que debía tomar, todos los pasajeros lo recibieron con efusivos y sarcásticos aplausos.
- ¡Eh, llegó el que faltaba. Cuándo no tu haciendo esperar a todo el mundo. -
- Sabes lo importante que es esta vaina y todavía llegas tarde. -
- ¡Gente!, Discúlpenme, pero es que el carro de mi papá no quería prender cuando iba a salir, de no ser por eso hubiese llegado a la hora, es más hubiese llegado el primero. -
- Verga pana, a ver si te cambias la excusa, que siempre usas la misma. -
Todos abordaron el autobús y salieron rumbo a su destino. Todos conversaron impulsados por la novedad del viaje y las enormes espectativas que todos tenían en él. Pero pronto, uno a uno fueron cayendo en el sueño profundo de aquellos que despiertan antes del alba después de una noche larga.
- Mónica, discúlpame de verdad por llegar tarde, sabes que no era mi intención incomodarlos a todos.-
- No pasa nada amor. -
- Sabes, espero que estés preparada para una sorpresota... -
- ¿Qué sorpresa?.-
- A ver, ¿qué parte de "sorpresa" no entendiste?. Tu espera un poco y verás. Si todo sale como lo calculé, segurísimo que estarás muy feliz. -
- Tonto, que estés aquí sentado a mi lado ya me basta para ser muy feliz... -
- Ja ja ja. -
- Así que te tocará esforzarte con esa sorpresa para hacer muy muy feliz. -
Y se besaron tiernamente. Un beso inocente y largo, un beso de dos personas que se aman y son felices, una al lado de la otra. Ella apoyó su rostro en el pecho de él y ambos se durmieron, casi al mismo tiempo, sincronizados como sólo una pareja de enamorados puede hacerlo. Y el sueño los arropó y todo se desvaneció en los jirones de la inconciencia del sueño profundo. La inconciencia del sueño de alguien feliz.
Un estruendo sordo, un tirón que removió los huesos hasta la médula, el vértigo, la opresión de la gravedad, la rudeza del movimiento. Todo se estremeció. Todo dio un vuelco, un giro inesperado. Aquel impacto removió cada célula, y ya nada sería igual.
- Avance: Un autobús repleto de jóvenes estudiantes colisionó contra un camión que transportaba desechos químicos. Hasta los momentos se han reportado 26 heridos leves, 10 intoxicado por agentes químicos y 1 herido de gravedad, que responde a la identidad de Alberto González. El herido fue trasladado al hospital central de la ciudad y se encuentra en situación de alto riesgo... -
- ¡No puede ser, no puede ser!. -
- ... los conductores del autobús y del camión se encuentran ilesos y fueron trasladados a la comandancia de policía para dar declaración sobre el siniestro. -
- ¡Alberto, Alberto, maldita sea... Maldita sea. -
No sintió nada, no sentía nada, todo era confuso, pero a la vez reveladoramente cruel. Su cuerpo descansaba sobre una camilla en lo que parecía ser la habitación de un hospital, todo rodeado de aparatos cables y químicos. Un tropa de enfermeras y médicos lo rodeaban y tocaban sus heridas. No soportó la visión, ni quería ver aquél cuerpo, irreconocible, pero genuinamente suyo, familiar y conocido.
No salió de la habitación pues era omnipresente, estaba en todos lados y a la vez no estaba. Se concentró en la gente que esperaba fuera de la sala. Ahí estaban sus padres, destrozados; con los ojos hinchados, devastados completamente. Podía escuchar sus pensamientos, podía sentir la pena que los invadía, podía sentir que un vació comía sus almas, y que ese vacío era el espacio que él abandonaba. Ese vacío se acrecentaba pues no tenían esperanzas, la resignación era inminente. No se salvaría.
También estaba Mónica, la vió, la oyó, la sintió, la olió. Pero el dolor le embargó. Ella estaba feliz, estaba liberada, se había sacado un peso de encima de un plumazo. Se había liberado de aquella carga. Alberto entró en su memoria. Como ráfagas de plomo y chorros de aceite hirviendo aparecían las traiciones y las mentiras. Lo lastimaban, lo laceraban. Laceraban su identidad incorpórea, etérea.
Quería salir de aquel infierno, pero no podía. Cada vez hurgaba más profundo en su memoria, cada vez conseguía más y más porquerías. Aquél chiquero lo halaba cada vez más hacia el fondo. Que no quedara nada sin destaparse, nada oculto. Luchó, luchó con todas sus fuerzas, se aferró a lo bueno, a lo que lo hacía feliz, pensó en sus padres, pensó en ella. Buscó en su mente, y allá lo consiguió, un pequeño cúmulo, ahí estaba, de verdad lo quiso, de verdad lo amó y no todo fue una farsa.
Sabía que no debería hacerlo, pero lo hizo, impulsado por la rabia, impulsado por un irracional deseo de sentirse querido. Unas irrefrenables ganas de borrar aquella sonrisa de satisfacción que tenía ella en su mente. Y tocó, tocó aquél cúmulo. Estaba contenido, atado, carcomido por otros pensamientos. Pero lo zafó, zafó el nudo que amarraba su amor por él.
Rompió a llorar, como un bebé recién nacido. Se tiró al suelo. Él la vio llorando, pero no sintió satisfacción. Tocó su mente de nuevo y le dijo:
- ¿Por qué lo hiciste?, no es justo. Pero te amo. Hasta nunca Mónica... Hasta nunca. -
Los instrumentos comenzaron a dar alarmas, el bullicio invadió la sala. Él volvió a la habitación, lloró y se entregó a la muerte.
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