martes, abril 14, 2009

El trance

Era, por decirlo de algún modo, una extraña tarde de abril; el viento era el mismo viento de abril de los últimos cien años; la temperatura no había cambiado ni una décima de grado centígrado; la humedad penetraba en todo como siempre lo hacía, la gente trabajaba como siempre y todo estaba exactamente igual. Pero la tarde era extraña, algo había que cambiaba sutilmente el orden tradicional de las cosas.

Estaba sentado frente al monitor tecleando rápidamente y sin cesar haciendo aparecer en la pantalla caracter tras caracter a una velocidad extraordinaria. Las filas y filas de letras y signos se sucedían sin ningún sentido para el ojo inexperto. El repiqueteo de las teclas tenía, hasta cierto punto, un melodioso ritmo... tac, tac, tic, tac, tac, tic. Todo acontecía sin embargo bajo el más absoluto y estricto silencio, nada más que el teclado, las expiraciones e inhalaciones perturbaban la soporífera calma. Pequeñas gotas de sudor aparecían sin ningún orden en su frente, crecían y crecían hasta que no podían soportar el implacable yugo de la gravedad y en su caída arrastraban consigo otras gotas más pequeñas ignorantes aún de la existencia de la atracción gravitatoria. Algo lo estaba haciendo sudar, no era el ambiente, pues estaba igual que siempre, lo que quiera que fuese estaba atormentándolo desde dentro, desde su interior.

De pronto una pausa rompió el silencio, que ahora sí que era absoluto, ni un sonido. Estaba rígido con el cuerpo agarrotado, ni un atisbo de movimiento. Los ojos desorbitados y la boca abierta en forma de "O". Estaba en un trance, su cerebro irradiaba energía pura, pensamientos profundos, enrevesados.

Un alto edificio, con ventanas de colores a cada lado, pintado de un blanco refulgente le invitaba a entrar. Él sabía que en realidad no podía pasar, que no estaba ahí y que esto era sólo un trance a los que ya estaba acostumbrado, pero algo lo impulsaba a seguir, algo le interesaba por sobre todo y no sabía qué era, pero pretendía averiguarlo y dentro de aquel edificio a buen seguro conseguiría la respuesta.

Al entrar pudo deducir que aquello era un edificio de oficinas. El caos y el desenfreno burocrático era el delator principal de aquella condición. Era un sitio, apesar del sonido y el ajetreo, cómodo y plácido; sentía que tenía que estar ahí. Tenía la sensación de que se enteraría de algo y debía discernirlo rápido.

Alcaldía de... No alcanzaba a terminar de leer las letras se tornabam borrosas justo después del "de". Por alguna razón no era relevante saber en qué sitio se encontraba. Siguió leyendo carteles y placas: "Oficina de catastro", "Oficina de impuestos", "Oficina de cultura", todas apuntaban la entrada a un pasillo, pero estos eran grises apesar de que antes pudo ver colores en las ventanas del edificio ahora todo estaba en una monótona escala de blancos, grises y negros.

Su mira siguió recorriendo el sitio y siguió leyendo "Asuntos internos", "Oficina del Alcalde"... "Ofinica de Identificación y registro" y aquí hizo una pausa pues el pasillo y el cartel eran de un rojo vibrante, que invitaba a que siguiera... Y siguió, no se detuvo pues parecía que iba sobre raíles. Llegó movido por una extraña fuerza a un estante que rezaba:

"Formas y formularios.
Sírvase en tomar el que requiera y llénelo"

Automáticamente y guíado como una marioneta por una fuerza extraña, sacó el bolígrafo que tenía en el bolsillo y comenzó a llenar a pesar de que no podía leer ningún encabezado ni podía determinar qué era lo que estaba llenando, sólo tenía que llenar, no importaba qué dijese, sabía que lo tenía que hacer y que lo haría sin problemas.:

Nombre: H...
Apellidos: R...
Fecha de nacimiento: 01..
Lugar de nacimiento: A...

Se sorprendía por el hecho de que estaba escribiendo de su puño y letra, pero no podía llegar a leer lo que escribía aunque se veía claramente y la caligrafía era nítida, la misma de siempre y cada letra se distinguía de la otra, pero todo junto era incomprensible. Y continuó llegando.

Fecha de defunción: 14 de abril de 2009.

¡Un momento se dijo!, ¡Esto sí lo puedo leer!

Hora de defunción: 23:40
Causa de la defunción: Apuñalamiento.

Se dio cuenta de todo, se alarmó entendió todo lo que no pudo leer. Salió de su trance... buscó en una gaveta del escritorio donde tecleaba, allí estaba; un cuchillo envuelto en un trapo lleno de sangre.

01-08-80...
Ramírez de Castro...
Helen...
Acta de defunción.
Alcaldía de Barquisimeto.

Recordaba todo lo que no pudo recordar en el trance. Logró retomar el control de su cuerpo, pues sólo esta había vuelto del trance. Ahora que podía moverse enfocó la vista a la pantalla.

"Yo Ernesto Castro, de 32 años de edad confieso bajo juramento sagrado que asesiné de diecinueve puñaladas a mi esposa Helen Ramírez de Castro, hoy catorce de abril a las 23:40 minutos de la noche. Por lo que con la presente carta me entrego a las autoridades y asumo toda la responsabilidad y la autoría del asesinato."